Entrevista a Alberto Béjar en Sway
Alberto Béjar Anadón (Zaragoza, 1984) continúa en la lucha contra el cáncer a través de la asociación creada por él mismo, “El Basket es vida”. Desde 2019, la asociación está en auge y cada vez gana más adeptos, a pesar del varapalo sufrido con la pandemia del año 2020. Todo ello siempre con un mismo tema central: el baloncesto y su pelota naranja. Un sueño que no conoce límites, que empezó con la admiración hacia Vince Carter (ex jugador de los Toronto Raptors) y su pasión desde la temporada 1998/1999. Además, como diría uno de sus personajes favoritos (Chicho Terremoto), anotar «tres puntos, colega» es la meta para vencer al cáncer.
Con la puntualidad de un partido clave para un título y la amabilidad característica de un deportista hacia los demás, Alberto me recibió en el local de la asociación, situado en la calle zaragozana de Argualas. El tiempo acompañó y la experiencia de poder conocer desde dentro cómo se trabaja es reconfortante. Además, el ambiente de la oficina (una carta escrita y firmada por Pau Gasol para «El Basket es vida», un dibujo del mencionado Vince Carter o fotos de los eventos organizados «Basket contra el Cáncer» de 2019 y 2022, entre otros detalles) me transportó por un momento -mentalmente- a mis tiempos como jugador de baloncesto y también tenía la intención de afiliarme a la fundación, lo cual no dudé cuando estuve en su local.
¿Aún hay esas ganas de ser profesor de educación física o una profesión similar?
La experiencia como profesor fue al acabar la carrera, en mi antiguo colegio y estuve contento, la verdad. Sin embargo, la profesión no terminó como salida laboral futura y, tal vez, fuera el factor de no continuar.
No hay arrepentimiento por seguir como tal (ventajas como tener más vacaciones, estabilidad laboral, etc.). No es una idea futura ejercer como profesor de educación física, pero hay ilusión en hacer actividades pedagógicas o educativas (charlas, coloquios, etc.) con niños o adolescentes. ¡Desde luego que sí! Siempre desde mi versión y punto de vista, porque tengo hijos y creo que -de momento- lo estoy consiguiendo.
Una trayectoria profesional con muchos matices al acabar la universidad.
Sí, he sido polifacético más bien. He hecho de todo (cantar, bailar, hacer monólogos, ser profesor, camarero, DJ, etc.). Un montón de trabajos, hasta el día de hoy.
Al fin y al cabo, la vida es experiencia. Todo lo que una persona se curte es, en resumen, a base de trabajo. Mi experiencia es desde los 15-16 años, siempre compaginando lo demás. Estoy feliz de lo hecho y aprendido durante la vida, que no es poco. Todo ayuda a evolucionar y, ojalá, el futuro depare cosas positivas (propia empresa, eventos, etc.) y duraderas en el tiempo.
Hasta cubrir la recepción para una cadena hotelera, nada menos.
Aquí, también, entra el negocio de “Basket World Store”. ¿Mucho cambio desde 2017?
Sin duda. Entrar en “Basket World” fue el punto de inflexión más importante en mi carrera laboral. Fue un giro radical en todos los sentidos.
Quería salir del trabajo en turismo, de cualquier forma. Sobre todo, en cuanto a los horarios. En esa época, tuve mellizos y quise cambiar al mundo del deporte, que es lo que me apasiona por completo. Se unieron muchos factores y, desde luego, dirigir una tienda de baloncesto fue como anillo al dedo para mí.
Lo vivía como una oportunidad única en mi carrera. Una experiencia intachable y maravillosa, mi mejor etapa laboral. Establecer muchos contactos, ser más visibles, mucho esfuerzo, conectar -todavía más- con la gente… Ambición, pasión e ilusión.
Se ve la emoción durante esta etapa vital.
¡Por supuesto! Puedo asegurar que ha sido un matrimonio perfecto (el segundo, después del que tuve con mi mujer). Habrá amor y cariño por siempre a Basket World, ya que no se puede esconder ese sentimiento a día de hoy. Mucho vivido en estos cinco años.
Y entonces surge “El Basket es Vida”. ¿Qué impulsó su creación?
No hay causas concretas como tal. Quería, principalmente, dar un salto de calidad en lo referente al contenido en RRSS y establecer ese vínculo social (ayudar a la gente, algo que me ha gustado desde siempre), siempre con el baloncesto como apoyo en esta labor.
Soy bastante sentimental, es así. Empatía, generosidad, colaboración… Una unión perfecta, un sueño cumplido – ¡otro más! -. Poder tener un ente en el que el baloncesto esté presente, que la gente siga, se influencie por las acciones que se lleven a cabo, ayudar a la gente enferma, niños, gente con problemas… Cualquier ayuda es buena, hay que crecer en cualquier aspecto.
Es una locura, un proyecto increíble que ojalá dure mucho tiempo.
“El Basket es Vida” puede ayudar como faceta educativa y regresar a la época académica.
El deporte y la enseñanza tiene que ser uno, lo más posible. ¿Cómo sería tu método personal en este aspecto?
Cada metodología es diferente, por supuesto. Intento trasladar mi forma de ser (por ende, la asociación) al ámbito de la educación.
Desde mi época académica, la gente desconecta de ciertos temas que no les interesan o, directamente, les aburren. Por mi parte, todo parte de la naturalidad, cercanía, empatía, entablar un lenguaje común, sencillez, concreción… No ser tan teórico, la verdad.
Siempre ir con la verdad por delante, no mentir. A partir de ahí, resolver cuestiones o dudas es más sencillo. Ir con lo que va surgiendo. ¿Funciona? ¡Pues adelante!
La última edición de “El Basket contra el Cáncer”, con muchos rostros conocidos y un apoyo social detrás… Una gran satisfacción la involucración en un evento así.
Las dos ediciones (2019 y 2022) han tenido una repercusión brutal. No puedo quedarme con algo concreto de todo lo sucedido. El cariño de la gente es inmenso. ¡Me abruma!
No puede quedarse ahí. Los famosos quieren repetir y que “El Basket es vida” tenga más presencia en otras ciudades. Muy contento por la acogida y el reconocimiento a tu labor. Eso te llena mucho; significa que vas por buen camino.
Además, la reforma del hospital materno-infantil también es otra de las numerosas acciones de “El Basket es vida”.
A día de hoy, la gente sigue alegrándose por todo lo hecho allí. Te envían fotos de cómo está el centro, hay una interacción increíble… De nuevo, puedo decir que hay un orgullo en querer ayudar a la gente enferma, familias de afectados, etc.
Estoy muy agradecido por las muestras de afecto y cariño de la gente. No te miento que me reconforta sentir todo ese cúmulo de emociones.
Hasta la fecha, ¿qué ha sido lo más gratificante de este proyecto laboral y vital (“El Basket es vida”)?
Es difícil de elegir un único momento durante este recorrido. Sí es cierto que, en Zaragoza, todo lo relacionado con la asociación ha tenido un impacto mayúsculo, pero fuera… Tiene trascendencia, claro que sí. De hecho, mi última estancia (en Cartagena, durante la Semana Santa) fue muy gratificante. La gente te apoya y conoce aquello que quieres plasmar. Se te colapsan los recuerdos, no podría elegir algo en concreto.
Aunque si te pones a pensar… Ver cómo influye en tu círculo de gente más cercano (familia, principalmente) sepa de las acciones o actos de la asociación, querer involucrarse… Eso me llena de felicidad y que perdure en el tiempo.
¿Cómo le gustaría a Alberto Béjar que le recordasen?
Básicamente… Ser una buena persona, alguien divertido, familiar y cercana, dejar un legado de ayudar a los demás. Desde el ámbito sanitario, poder participar en más proyecto, además de la reforma en el hospital, eventos deportivos contra el cáncer o actos que sirvan para apoyar en su estudio y divulgación científica para erradicar, por fin, esta enfermedad.
Desde luego, también ser una persona más mediática o conocida. De esta manera, alcanzar otros objetivos y hacer acciones de mayor calado social serán posibles. Y, sobre todo, ser ese influencer que sirva a la gente para continuar este camino/legado y que no acabe la labor de “El Basket es vida”.