En la comunidad de Aragón, el teatro solidario se ha convertido en una poderosa herramienta para promover el cambio social y recaudar fondos en beneficio de diversas fundaciones y causas benéficas. Detrás de cada función y actuación, se encuentran actores, actrices y profesionales del teatro comprometidos en hacer algo bueno por la sociedad. Rosa Eizaguerri, actriz de uno de estos grupos (El Enfermo Imaginario), destaca el objetivo de sus actuaciones: «Es importante recordar que es un grupo solidario y todo lo que hacemos es con el fin de recaudar en beneficio de las distintas fundaciones».
Sin embargo, estas agrupaciones enfrentan diversos desafíos, especialmente en el ámbito económico. Eizaguerri comenta que “existe una gran necesidad de recibir ayudas, ya que la situación financiera es complicada. Aunque donar 1€ puede parecer poco, la suma de las contribuciones de muchas personas puede marcar una gran diferencia”. Y comenta aquello que supone terminar contribuyendo, pese a las escasas cantidades ofrecidas: «Por pequeña que sea la ayuda, si la vamos multiplicando acaba siendo mucho. La cuestión es arrimar el hombro entre todos para solucionar situaciones», afirma la actriz. No obstante, la desconfianza de la sociedad en el destino de sus donaciones dificulta la colaboración. Rosa Eizaguerri menciona que “cada vez es más difícil contribuir debido a que la gente duda de si su dinero realmente llegará a donde debe llegar. Existe la preocupación de que algún intermediario se quede con los fondos destinados a las causas benéficas”.
Fernando García, director de ARAPRODE, una organización dedicada a ayudar a personas con discapacidad, reconoce la importancia de este tipo de colaboraciones culturales para crear conciencia social. Además de las recaudaciones, ARAPRODE lleva a cabo campamentos de verano con charlas de formación para los voluntarios: “Estas personas necesitan apoyo en diversas áreas, más allá de la ayuda física como empujar una silla de ruedas. Algunos enfrentan dificultades para comer, problemas de higiene y comportamientos difíciles de manejar”. Además, García habla sobre los inconvenientes que se producen debido a contribuciones muy limitadas de tiempo por causas obligadas, especialmente en los jóvenes: “A veces los voluntarios solo brindan su ayuda por un tiempo limitado, como es el caso de jóvenes universitarios, que contribuyen por un trabajo social desde la universidad durante un breve plazo de tiempo, lo que genera frustración en las personas que necesitan apoyo continuo”.
Según García, la asociación que dirige busca trabajar en colaboración con la sociedad y las instituciones, con el fin de recaudar por medio de las distintas obras solidarias ejercidas. Asimismo, se intentan abordar temas legales, de ocio y se plantean desafíos que enfrentan las personas que necesitan apoyo para acceder a actividades culturales como el teatro. Así pues, el director de ARAPRODE afirma que “el problema radica en que la sociedad no siempre comprende estas necesidades”.
La relación entre los grupos solidarios y las asociaciones
Dentro de este contexto, el teatro solidario en Aragón ha logrado impactar positivamente en la comunidad. Alfredo Andreu, actor y relaciones públicas de la compañía de teatro Montearagón comparte el procedimiento en el que una asociación solicita a un grupo solidario la posibilidad de llevar a cabo una obra teatral: “Ocurre naturalmente. Ayer una persona se presentó hacia al director y le dijo, ‘soy de salud para los enfermos’. Una ONG que se dedica a cuidar enfermos en los hospitales y nos preguntaron: ‘¿Podéis hacer una obra para nosotros?’”. De este modo, a medida que más personas ven estas actuaciones solidarias, la demanda y el alcance continúan creciendo. El teatro se convierte así en una herramienta efectiva para difundir mensajes y sensibilizar a la sociedad sobre diversos temas problemáticos.
Por otro lado, económicamente, la carga recae en los propios integrantes de la compañía y en sus bolsillos, donde no reciben ningún tipo de remuneración por su labor: “Económicamente todo corre por cuenta nuestra, de la compañía y de nuestros bolsillos. No recibimos absolutamente nada», señala Andreu. Esto demuestra el compromiso y la dedicación de estos actores y actrices, quienes asumen la responsabilidad de financiar sus propias producciones y garantizar que los fondos recaudados sean destinados íntegramente a las causas benéficas.
El impacto de la pandemia ha sido significativo para el teatro solidario en Aragón y sus integrantes. El parón provocado por la crisis sanitaria ha supuesto un desafío y una experiencia difícil para todos. Andreu expresa el duro momento que han atravesado tanto ellos como la sociedad en general: “Retomar la actuación después del parón por la pandemia ha sido durísimo. Lo que hemos pasado todos y cada uno de nosotros, y en definitiva, la sociedad, ha sido muy duro».
La expansión de los teatros solidarios en Aragón
A pesar de los obstáculos, el grupo de teatro solidario ha llevado sus actuaciones a varios pueblos de Aragón, como Épila, Daroca, Muel, Illueca y Utebo. La intención es continuar llevando obras teatrales a más lugares, expandiendo su alcance y generando conciencia sobre las diversas problemáticas sociales. Y es que desde 2017 hasta la actualidad, la actividad solidaria por medio de obras teatrales ha sido muy significativa en toda la comunidad, especialmente en las ciudades de Huesca y Zaragoza.
En conclusión, el teatro solidario en Aragón se ha convertido en una valiosa herramienta para la recaudación de fondos y la creación de conciencia social. A través de su trabajo, actores y actrices como Rosa Eizaguerri y Alfredo Andreu se esfuerzan por hacer algo bueno por la sociedad y contribuir a diferentes fundaciones. A pesar de los desafíos económicos y las dificultades para recibir ayuda, su compromiso y dedicación son evidentes en cada actuación. El teatro solidario se erige como una poderosa expresión artística que busca generar un impacto positivo en la comunidad aragonesa y fomentar la solidaridad entre todos.