Rocío Tapiador y Daniel Fortún son una pareja zaragozana que tuvieron a un niño de acogida durante 11 meses. Fue su primer niño de acogida. En esta entrevista, cuentan cómo fue el proceso y cómo se sintieron durante esta experiencia.
¿Cuál fue el motivo por el que decidisteis comenzar en el proceso de acogida de niños?
Rocío: Era una cosa que siempre había tenido en la cabeza porque durante un tiempo trabajé en temas de adopción internacional, y siempre he sentido que hay muchos niños y niñas que necesitan esa cobertura. Entonces, cuando sentí que mi vida estaba suficientemente ordenada y que también teníamos los recursos suficientes para poder abrir esa posibilidad, pues empezamos a buscar información.
También coincidió que conocimos a una pareja que era familia de acogida en Zaragoza y eso me conectó más con la posibilidad real de dar el paso.
¿Cómo fue el proceso de acogida?
Daniel: Fue un proceso largo que duró, más o menos un año. Nos tuvimos que inscribir en el programa de acogida y te dan un curso de formación, que duró 2 semanas aproximadamente. En él te explican cómo funcionan las distintas acogidas que existen, lo que puede llegar a pasar y también te hacen evaluaciones psicológicas y psicotécnicas.
Una vez pasado el curso, el expediente es apto y te dan la idoneidad para ser familia de acogida. Aquí nosotros tuvimos que exponer las condiciones con las que queríamos acoger. A esto se le llama ofrecimiento.
Rocío: Nos llamaron relativamente pronto desde que tuvimos la idoneidad y te plantean el caso. Hay que dar el visto bueno y se sigue avanzando en el proceso. Primero tuvimos una entrevista donde te presentan el caso con más detalle y luego conocer al niño de acogida.
¿Cómo os sentisteis vosotros a lo largo de este proceso?
Rocío: Pasas por diferentes fases. Hay momentos en los que estás mejor por la emoción y la alegría debido a que pasas mucho tiempo queriéndolo y al final ves cómo se hace posible, pero también hay muchos momentos de inseguridad. Especialmente cuando nos plantearon el caso por primera vez.
Dani: Al ser la primera vez que llevamos a cabo esta experiencia, estas a la expectativa de ver lo que va a pasar. Un poco con incertidumbre de cómo va a funcionar la relación. Pero al final fue bien. Cuando me despedí de él, me quedó la esperanza de pensar que el tiempo que pasamos juntos, él fue feliz.
¿Seguís teniendo contacto con el niño de acogida?
Dani: No. Cuando estuvo de acogida con nosotros, no teníamos contacto con su familia biológica, a pesar de que el niño tuviese visitas programadas con ellos. Y ahora que está con una familia adoptiva, no tenemos contacto ni con él ni con la familia. No porque no queramos, sino porque mantener el vínculo puede ser un retroceso en el proceso.
Rocío: Al final cuando eres familia de acogida, tienes que asumir que formas parte de la vida del niño hasta esa transición que es la de encontrar el recurso más estable para él. Sí que podemos tener información de él a través de Servicios Sociales. Pero sí que ahora que va a ser su cumpleaños, hemos solicitado si le podemos mandar una postal o una carta, pero siempre a través de Servicios Sociales.
¿Creéis que este niño os ha cambiado la vida?
Rocío: Es un proceso de aprendizaje muy grande, ya que te pone en una situación en la que no nos habíamos visto nunca. Nos ha hecho enfrentarnos a otras situaciones que, de otra manera, no habríamos vivido, ni como pareja ni como madre de acogida en general.
Dani: Al final todo lo que supone una novedad, se puede tomar como un cambio. Todo lo que te saca de tus rutinas… El cambio se nota cuando estás con él, luego cuando cesa la acogida pues, de alguna manera, recuperas tu vida. Con esto no quiero decir que la vida con el niño fuera normal, sino que era diferente a la que estaba acostumbrado.
Después de todo este proceso, ¿vais a volver a acoger a un niño?
Dani: Cuando entras en la bolsa de acogida, te puedes activar o desactivar. Recomiendan que después de una acogida, te tomes un tiempo para ti y desconectes y cuando te vuelvas a sentir con fuerzas, retomes la actividad. Nosotros decidimos desactivarnos de la bolsa, por lo menos hasta final de año. En noviembre, si nos vemos con ganas, nos volveremos a activar para que nos asignen algún menor.
Rocío: Hemos tenido claro que hay un tiempo de parón. No negamos la posibilidad de volver a acoger, pero tampoco hace falta que sea ya. Una de las cosas de las que te das cuenta es que necesitas mucha energía, no solo a nivel espacio y tiempo para dedicarle a él, sino también energía mental y espiritual. Para mí, acompañar ese proceso de duelo ha sido de las situaciones más difíciles de la acogida. Que el niño te pregunte por qué no puede estar con su madre y que va a pasar con él. Eso, para mí, ha sido lo más complicado, entonces, es importante pensar, a la hora de hacer una acogida, pensar en si se tiene la suficiente energía.
¿Qué mensaje le mandareis a las personas que están pensando en ser padres de acogida
Rocío: Hay que pensar por qué no te atreves a dar el paso. Yo creo que ese es el punto de partida, ya que los miedos y las inseguridades cada una las gestiona a su manera. Les invitaría a hacer ese ejercicio de pensar sobre por qué aún no han dado el paso. También apelo mucho a la función social, a que las personas que tenemos unos recursos y unas condiciones de vida buenos, poder ponerlas al servicio de la sociedad y al servicio de los otros. A mí me parece una manera de contribuir socialmente a algo y, también, porque creo que es proceso de aprendizaje.
Dani: Sobre todo que lo piensen bien. Aunque los animo a que lo hagan, empezando según tu experiencia. Si ya tienes experiencia con niños es mucho más sencillo y ya estás acostumbrado a la vida en familia.