Ausejo es uno de los guías que intentan unir las familias afectadas por la violencia filio-parental. Desempeña su labor en FAIM, la fundación de integración y atención al menor, y su intermediación es clave para tratar los problemas que existen en los distintos hogares zaragozanos.
FOTO: Gonzalo Alba | Miguel Ausejo, integrante de FAIM que se ocupa de los problemas de violencia filio-parental
¿Cuál es el primer paso que da Miguel Ausejo y su equipo de FAIM cuando llega un caso de violencia filio-parental?
Lo primero que hacemos cuando una familia nos demanda esa situación de violencia de hijos a padres, generamos una entrevista en la que estén ambas partes y cada uno nos cuente su historia, lo que ocurre en casa. Generamos reuniones de trabajo y con los datos que nos ofrecen, elegimos la propuesta más indicada: más educativa, más terapéutico… depende todo de la tipología.
¿Cómo es la violencia de hijos a padres, que os encontráis en los casos que recibís?
La de los hijos hacia padres normalmente se desarrolla en un ambiente en el que ya ha habido anteriormente violencia en el entorno familiar. Generalmente nos encontramos con el sufrimiento de una familia en la que están detectando el deterioro de la relación entre hijos y padres, e incluso llega a haber algo físico: rompen cosas, les tiran algo a los padres, o les insultan. Todo ese ambiente tan desagradable es lo que existe, y los padres acuden aquí para verse arropados y poder recibir ayudas.
¿Qué papel juega Miguel Ausejo en FAIM? ¿Cuál es tu labor?
Yo realizo el análisis de toda la información que recibimos y el trabajo de decidir qué propuesta conviene poner en marcha. En casos añadidos de salud mental, hago valoraciones distintas para saber lo que puede ser la relación con otros profesionales y si es necesario recurrir a ellos para la resolución del caso.
¿Cuánto de importante es la salud mental en estos casos de violencia filio-parental?
El hecho de que haya más miembros en la familia o que uno mismo vaya desarrollando dificultades de problemas de salud mental, hace más complicada la situación. Si el menor lo ve en el familiar, eso va a significar que el propio individuo tenga más dificultades para controlarse, además de que es un problema que no es sencillo de estabilizar ni controlar. Se pierde el equilibrio en la propia persona y eso no favorece ni facilita el poder reordenar la situación.
¿Hasta qué punto es importante la fundación? ¿Qué peso tiene FAIM en los casos que tenéis que resolver?
Yo creo que la fundación abre una puerta a la gente con problemas que de otra manera no encontraría. Tiene una relevancia grande, en el contexto de lo que es Zaragoza provincia. Es cierto que nosotros llegamos a un número determinado de casos y nosotros cuando actuamos solos estamos más limitados, pero podemos contar con la colaboración de distintas instituciones, ya que estos chicos y estas chicas también están formando parte de esas instituciones. La fundación ha puesto en marcha una propuesta muy interesante para el momento en el que vivimos. Nosotros solos es imposible, como casi todo en la vida. Solemos acoger unos 250 casos al año.
¿Habéis tenido en algún momento la necesidad de cortar de raíz esa asociación con los casos que os han llegado?
En estos asuntos, hay algunas veces que ocurre que las relaciones con la gente llegan a un punto en el que hay que decirle a la gente que no es el momento, e incluso a veces sirve para que esa misma persona se lo piense y vuelva con una actitud distinta. La persona tiene que querer y poder afrontar esas dificultades, pero a veces no se da la oportunidad. No le contamos a cualquiera lo que te está pasando. A veces abres un caso y te encuentras con asuntos que no son sencillos de afrontar para el que lo sufre y tampoco para el que lo escucha.
¿La tipología o la etnia de las familias incumben en estos casos? ¿En algunos casos ofrecéis otro punto de vista a esas familias?
Tienes que saber qué necesidades tiene esa persona y debes saber la realidad que tiene. Esto no es una fórmula que puedes aplicar a todo el mundo por igual. Tienes que tratar de ir al paso que ellos pueden dar. No puedes ir detrás, pero tampoco por delante. Ser sensible, y saber qué situaciones plantean. Cuantas más dificultades sociales tienen, más complejo es. Esto afecta a niveles generales, pero los que tienen más cargas, más difícil tienen de arreglo.