Abel Pisa siempre lo tuvo claro, su sueño era ser enfermero. Se graduó hace dos años, en seguida comenzó a trabajar y confirmó sus sospechas, su vocación era la enfermería. Desde el pasado junio trabaja en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Royo Villanova en Zaragoza y le gustaría poder conocer más de cerca el departamento de urgencias o, incluso, llegar a trabajar en una ambulancia. Los esfuerzos de este joven enfermero no solo han hecho que cumpla su sueño, si no que han ayudado a que otras muchas personas en situaciones tan graves como la que vivimos en la actualidad, no dejen de cumplir los suyos.
Pregunta: ¿Cuáles son las características de la enfermería que más te atraen?
Respuesta: Lo que más me atrae de la enfermería es el contacto con los pacientes porque un médico hace muchas cosas por el paciente muy importantes, pero al final no está con el paciente. Lo que más me atrae es estar día a día e ir viendo su evolución. Ver como entra un paciente a UCI, normalmente intubados con muchos problemas y que salgan hablando, comiendo y levantándose, es lo que te llena, para lo que has estudiado y a lo que estás dedicando tu vida.
P: ¿Cuál ha sido la tarea más complicada que has tenido que llevar a cabo en tus labores como enfermero?
R: Con la situación actual, un día un señor se estaba muriendo y la familia no pudo ni venir a despedirse. Sus familiares lo dejaron un día en urgencias y no volvieron a verlo nunca más, no pudieron ni siquiera venir a despedirse de él porque estaba en plena pandemia. Se murió con nosotros, pero en realidad solo. Aunque bueno, no sé si es mejor que se despidan o que no. Ayer vinieron unos familiares a despedirse de su padre y se lo encontraron con un tubo en la boca, sin hablar, en estado de coma prácticamente, ya para morir. Vinieron las hijas, que tendrían algún año más que yo; la mujer de unos 50 y algo, de la edad de mi madre más o menos; y el padre de unos 60 y algo, y, al final, te ves reflejado y tener que entrar a ver a tu padre con todas las batas, guantes, dos mascarillas, un gorro y no poder ni darle un abrazo para no contagiarte, se hace muy duro. Te vas a casa chafado, hay que asumir las situaciones, pero es complicado.
P: ¿Cómo gestionas tus sensaciones y experiencias vividas en el hospital con tu vida fuera de este?
R: Al vivir situaciones de este tipo tan difíciles lo mejor que puedes hacer es salir del hospital e intentar olvidarte de todo un poco, es muy complicado, siempre te vas dándole vueltas, pero hay que intentar dejarlo apartado porque si cuando llegas a casa te pones a hablar de ello todos los días se acaba creando un bucle que no lleva a ningún lado. Vale más contar historias bonitas cuando sales y guardarse para uno las más complicadas.
P: En este sentido, entiendo que tu pareja está siendo un gran apoyo estos días…
R: La verdad es que sí, está siendo un apoyo muy bueno porque al final es con quien más te desahogas y a quien acabas contándole todo lo malo, también lo bueno, pero es a quien primero llamas cuando sales del hospital. Mi novia especialmente ha sido uno de mis grandes apoyos estos días.
P: ¿Cómo se está viviendo la crisis sanitaria? ¿Comienza a notarse la disminución de infectados?
R: Hemos tenido altas, pero hemos muchísimas más bajas. En la UCI tenemos capacidad para quince pacientes y esta semana ya solo nos quedan dos con COVID-19. Al final ves un poco la luz, la gente está más contenta, viene de otro modo a trabajar y se ha quitado un poco la presión. Incluso estamos hablando más de lo que vamos a hacer después que de la situación actual, se nota otro ambiente.
P: ¿Habéis realizado cambios de cara a prevenir posibles contagios y poner en riesgo a los pacientes?
R: Sí, la verdad es que hemos hecho bastantes cambios. En la UCI, los boxes están separados entre ellos, pero están abiertos por delante hacia el control de enfermería. entonces ahí, entre el control y cada box hemos puestos unos plásticos que cubren casi todo y así prevenimos contagios. Al llegar al hospital también te ofrecen hidroalcohol para lavarte las manos y tenemos que ir siempre con mascarilla. Durante las siete horas que dura el turno vas con mascarilla FFP2 y una quirúrgica encima y, cuando entramos en la UCI, nos ponemos una máscara, todo el material EPI, etc. Ahora para tomarte un café con los compañeros solo podemos ir de tres en tres, tienes que calentarte la comida solo y todo el material común como son teclados, sillones, etc., están forrados con bolsas de basura. Cuando entramos al turno, nos ponemos todos a limpiar la unidad, donde más vamos a estar, con lejía.
P: ¿Has tenido miedo en alguna ocasión o te has sentido sobrepasado?
R: No, miedo no he tenido en ningún momento, desde luego si me hubiera tocado esta pandemia en un sitio donde no hubiera COVID, me habría hasta enfadado porque al final si eres enfermero estás para esto, eres, por ejemplo, como un militar que lo llaman para la guerra y dice que no va, entonces, ¿para qué eres militar? Esto es igual.
P: ¿Qué se siente cuando un paciente positivo en COVID-19 abandona la UCI para pasar a planta?
R: Sientes que has hecho tu trabajo bien y que vale la pena todo el esfuerzo de estar siete horas metido ahí, de tener que cambiarte de ropa tres veces de lo sudada que está, de ponerte la máscara y todo el equipo, sientes que ha valido la pena y que hemos ganado al COVID. Cuando los ves salir, piensas en el momento en el que les pusiste el tubo, luego un respirador, la mascarilla de oxígeno, cuando empezó a comer, cuando pudo levantarse al sillón… Cuando ves que se va a planta es porque ha ido bien, te sientes muy bien.
P: ¿Qué capacidad tiene la UCI del Royo Villanova?
R: Tiene una capacidad de diez camas. Pero cuando hubo el problema del Ébola se necesitaban habitaciones de presión negativa y el Royo es el único hospital de Aragón que tenía habitaciones de ese tipo, tiene tres, y esas habitaciones las hemos utilizado para el COVID también. Al final trece habitaciones, pero tenemos dos boxes que son muy grandes, entonces los pacientes que estaban ya muy recuperados, que no necesitaban respirador y estaban ya casi para salir, los metíamos ahí, dos juntos. Es decir, al final tenemos unas quince camas posibles.
P: ¿Cuál ha sido la situación del Hospital Royo Villanova durante la pandemia y más en concreto en la UCI?
R: En cuanto a cifras, en el Royo hay cinco plantas y llenaron la mitad de cada planta de las cuatro primeras de enfermos de COVID, eso en un momento puntual y, en el más puntual, llenaron incluso más, pero eso fue alrededor de una semana únicamente. La UCI la hemos tenido llena con pacientes de COVID casi todo el mes, menos esta última semana que han ido bajando bastante.
P: ¿Os han hecho PCR a todos los trabajadores de la UCI para prevenir riesgos?
R: En la UCI, al que ha tenido algún síntoma le han hecho una PCR, pero no han hecho test rápidos y mucho menos de forma masiva. Ahora quizá empiezan a hacernos test rápidos porque hay muchos, pero de momento solo le han hecho una PCR al que ha tenido síntomas. Si salía positivo, quince días a casa. Le volvían a repetir la PCR a los quince días, si salía negativo volvía y si no, otra vez a esperar. Pero solo ha habido seis casos, muy pocos y, además, fueron al principio.
P: ¿Cuál es la situación respecto a los “equipos de protección individual”, conocidos como EPI, en el hospital y más en concreto en la UCI?
R: Por suerte, nuestro jefe se dio cuenta mucho antes de que esto llegara a lo que ha llegado y empezó a pedir muchísimo material. No hemos tenido falta de material, fuimos unos de los primeros de España en adaptar las gafas de snorkel, las de bucear, con una pieza que nos donaron y con un filtro de los que se ponen a los respiradores y eso nos ha ayudado bastante porque hemos reducido el uso de mascarillas y hemos funcionado muy bien. Desde la primera semana que se contagiaron 5 o 6, no ha vuelto a haber ningún contagio, estamos bastante contestos.
Sí que es cierto que algún día hemos tenido que llevar bolsas de basura en lugar de las batas impermeables y nos dieron unos chubasqueros cortados de forma que el gorro nos servía para atar el cuello y, luego, en las mangas adaptábamos unos manguitos de plástico. Siempre hemos tenido batas suficientes porque las lavan en lavandería y cada cinco usos las tiran. Les van haciendo un agujero pequeño abajo para saber cuántos lavados llevan y al quinto las tiran porque ya no son tan impermeables. Hemos tenido muchas donaciones que nos han traído batas, plásticos, mascarillas, muchísimas cosas… Por ejemplo, las máscaras de snorkel si necesitábamos 40, en dos días teníamos 200, más alguna que compramos, no hemos tenido problemas, quizá algún día puntual que faltaban de llegar las mascarillas, pero siempre hemos ido protegidos.
P: ¿Existe mucho control en la UCI respecto a los EPI?
P: Respecto a las donaciones de material, ¿han sido de alguna empresa o algún particular?
R: Han sido mayoritariamente de empresas. Conforme hemos ido necesitando la gente nos ha traído, luego sí que es cierto que nos han traído mucho material, pero muchísima comida también. La comida ha sido una pasada, nos han llegado a traer hasta kebab, Telepizza… Por ejemplo, Chocalates Lacasa, que es de aquí de Zaragoza, nos ha traído una barbaridad de cosas, todos los días teníamos algo para comer o para cenar. También con la máquina de café, un café cuesta ochenta céntimos, si te descargabas la aplicación de Éboca e ibas a la máquina, era gratis. Ha estado este mes y medio el café gratis en todas las máquinas de café del hospital.
P: Recientemente habéis recibido una donación de tablets para que los enfermos puedan estar en contacto con sus familiares, ¿cómo gestionáis esta actividad?
R: Nos llegaron las tablets, las conectamos a Internet, descargamos Skype y alguna otra app y ellos se van conectando con sus familias. Los que están bien se conectan casi todos los días y, además, las tenemos en el cabecero de la cama adaptadas con un palo y ahí pueden ver películas, la tele, escuchar música… Nos llegaron ahora a final de mes, hasta entonces hemos estado con los propios móviles haciendo llamadas con los familiares de los pacientes.
P: ¿Crees que esta actividad contribuye a la recuperación de los pacientes?
P: Ser colaboradores de la alegría que supone esta actividad para los enfermos, ¿os ayuda a llevar mejor la situación?
R: Al final lo más bonito que hemos hecho han sido las videollamadas. El paciente se va despertando, se le va bajando toda la medicación y en esos momentos que ya llamas a la familia, lo ven con los ojos abiertos, que asiente…. Hablas tu con la familia porque muchos pacientes al principio no pueden hablar, solo pueden expresarse con movimientos y con los ojos. Y ese momento de ver a la familia después de veinte días y ver la alegría de esos familiares y del paciente, esos momentos son los que más emocionan y los que más llenan.
P: ¿Qué has aprendido de esta situación?
R: Cuando hay un problema gordo de verdad, la gente está ahí para dar el callo, sobre todo los sanitarios, tanto de los hospitales como de los centros de salud, de las residencias… Al final se ve entre el personal sanitario quién tiene vocación y quién quiere ayudar a la gente. Yo me quedo con mis compañeros, sobre todo. Esa capacidad de estar siete horas dentro de un box, sudando, que te caen las gotas de sudor por todos lados, que sales como si te hubieran tirado un pozal de agua por encima con toda la cara marcada. Estar con otro compañero en el box, los dos juntos trabajando mano a mano y que nadie diga «Oye que estoy cansado, me salgo», que lleguen los nuevos a las dos y media y que te vean reventado y que te digan «Sal, que te cambio yo». Eso es lo que me llevo, la implicación de la gente, la solidaridad, la gente que nos ha traído cosas… Al final se ha estado dando el callo y te quedas con lo bueno.
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