Una mañana en CANEM

Primera hora de la mañana, 21 de febrero, hace frío. Mis compañeros y yo nos disponemos a realizar nuestra visita a CANEM, fundación especializada en adiestrar perros que detectan tanto la diabetes como la epilepsia. Estamos bastante nerviosos, no sabemos cómo nos van a recibir. Mi grupo y yo nos encontramos reunidos y nos disponemos a entrar, una de las trabajadoras con quien habíamos concertado la cita nos abre rápidamente, ella es Lidia Nicuesa, psicopedagoga de la fundación. Parece muy agradecida de que los hayamos elegido para realizar nuestra investigación. Mis nervios comienzan a bajar debido a la amabilidad mostrada por la experta.

Nada mas entrar lo primero que percibí, fue un ambiente colorido y quizá algo infantil, todo estaba decorado con mucho mimo, aunque el interior era algo estrecho y el suelo no estaba en sus mejores condiciones.

Interior de la fundación, se puede apreciar un ambiente colorido y juvenil. Fotografía tomada por Paula Larraz
Interior de la fundación, se puede apreciar un ambiente colorido y juvenil. Fotografía tomada por Paula Larraz

En primer lugar, fuimos a una sala de reuniones que estaba cerca de la entrada, era estrecha y tuvimos que cargar varias sillas para poder reunirnos, pero finalmente cupimos todos, aunque algo apretados. En esta sala preguntamos a Lidia cada uno de los integrantes del grupo una cuestión para obtener información para nuestra noticia, algunas cuestiones eran económicas, otras gubernamentales y otras meramente curiosidades.  Lidia respondió sin problema de manera extensa a todas y cada una de las preguntas. Tras veinte minutos de charla aproximadamente, finalizamos la sesión de preguntas y la propia psicopedagoga se ofreció a mostrarnos todo el centro.

Para comenzar, visitamos el despacho del director de CANEM, Paco Martín, adiestrador y exmilitar, era un despacho similar al primero, salvo que este estaba apagado y en su interior encontrábamos a Cini, el perro que había acompañado por más de 10 años a Lidia, la sala era idéntica a la anterior.

Posteriormente, fuimos a la que a mi juicio era la sala mas interesante del centro, la habitación era una recreación muy real de un pequeño piso donde se simulaba la convivencia del perro con su familia de acogida. En esta sala encontrábamos tanto una cocina, como un sofá y varias camas. El objetivo de esta sala era realizar un entrenamiento para el perro de la forma más real posible para que de esa manera estuviera preparado para actuar cuando el peligro fuera real. Sin lugar a duda me gustó mucho la profesionalidad con la que se trataban cada caso, se nota que la fundación intenta mirar tanto por el bien de los clientes como por el de los animales.

Llevábamos algo más de 40 minutos y creía que no tendrían mucho más por mostrar, pero no fue así, Lidia nos llevó hasta «El laboratorio» donde encontrábamos neveras llenas de proteínas para los perros, el almuerzo de los trabajadores y finalmente lo más importante, las sustancias con las que entrenaban los perros (isopreno y cuerpos cetónicos), las cuales coinciden con aquellas que libera el cuerpo cuando una persona va a sufrir un ataque de epilepsia o diabetes. El entrenamiento consistía en poner en distintos tarros o cuencos estas sustancias y que el perro las oliera y detectara, para así entrenar a los cachorros para una situación real de vida o muerte anticipándose con hasta 15 minutos y salvando la vida de la persona que sufriera la patología.

Entrenamiento de uno de los cachorros de CANEM.  Foto tomada por Paula Larraz
Entrenamiento de uno de los cachorros de CANEM. Foto tomada por Paula Larraz

Finalmente, fuimos a mi sala favorita, la llamada «Sala de los cachorros». En esta sala cada perro de manera individual (ya que el resto están recluidos), tenía un tiempo para estirar las patas, divertirse en rampas y toboganes y de paso hacer sus necesidades, todo esto lo podíamos ver a través de una cristalera, me da pena que no pudieran estar todos los perros juntos, pero entiendo la sala no daba abasto para varios.

Llegaban las 11h y nos teníamos que despedir, el sol estaba comenzando a ponerse por todo lo alto y los trabajadores de CANEM tenían que seguir ocupándose de sus propias cuestiones. Volví a mi casa con una buena sensación tras esta visita, sin lugar a duda los perros son los mejores amigos del hombre.

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