El aprendizaje es, servicio para la comunidad. Está en un proceso de transformación. Está alerta a metodologías de enseñanzas y al uso de la tecnología. Plantea estrategias que contribuyan a alcanzar los objetivos, competencias y resultados previstos en las materias. Su finalidad es la enseñanza.
El concepto «metodologías activas de aprendizaje» es frecuente en educación. En ellas el docente es líder y responsable del proceso. Orienta al alumnado en el uso de herramientas para aplicarlas a su entorno. El «aprendizaje por servicio» (ApS) es una de ellas siendo para el estudiantado, el profesorado y la comunidad una experiencia enriquecedora.
El aprendizaje y la comunidad
El ApS coloca el foco en la relación de la enseñanza con su entorno y su función social. Por eso, se puede considerar como acción educativa de impacto social. Integra aprendizaje y servicio a la comunidad. Aporta transferencia al entorno teniendo. Como elemento motivador, se trata de una situación no deseable a mejorar; por ejemplo, gracias a la intervención directa del alumnado. La finalidad también es «formar buenos ciudadanos capaces de mejorar la sociedad y no sólo su currículum personal».
La motivación del alumnado para este aprendizaje se encuentra en el «servicio al otro», en el «servicio a la comunidad». Es decir, en la búsqueda de soluciones que contribuyan a mejorar una situación no deseada para el beneficio de las personas. Al respecto, hay diversidad de causas que requieren acciones solidarias.
No es una actividad de voluntariado. La prioridad es el servicio. El ApS no es una actividad solidaria puntual. Es significativo, sistemático, al tiempo que es de calidad: «es un método para unir compromiso social con el aprendizaje de conocimientos», como señala la Red española de Aprendizaje-Servicio. En conclusión, se trata de aprender a ser competentes siendo útiles a los demás.