Cristina Equiza: «Los niños son el grupo más adaptativo. Los que no aguantaban en casa eran los padres»

Mientras dure el Estado de alarma, Cristina Equiza (Zaragoza, 1968) tiene que hacer de su casa, su consulta. Acostumbrada a separar su vida profesional y familiar, se ve obligada por la situación a organizarse de una manera diferente. En las videollamadas y en su teléfono la psicóloga encuentra dos aliados más que fundamentales para hacer llegar su ayuda a sus pacientes.

Pregunta: ¿Por qué eres psicóloga? ¿Qué te llamó la atención de la psicología que no tuviese otra carrera?

Respuesta: Puedo decir que soy psicóloga por vocación, por entusiasmo y por convicción. La primera vez que tuve contacto con la psicología fue en EGB. En el colegio, una psicóloga educativa nos hizo la típica evaluación escolar mediante tests. Desde aquel momento me cautivó el hecho de saber que el modo en el que alguien se expresa puede desvelar rasgos de sí mismo. Cuando llegó el momento de elegir una carrera, rebrotó la idea de poder trabajar próxima a las personas, pudiendo crear bienestar emocional en ellas. A diferencia de otras profesiones, destaco la cercanía, la empatía y, como he dicho, la proximidad. No fue una elección fácil. Psicología no se podía estudiar en Zaragoza, por lo que tuve que hacerlo en la Universidad Pontificia de Salamanca. Sin embargo, creo que decidí bien.

Cristina repasa su tesis de licenciatura: «Carencia afectiva y personalidad del marginado: una aproximación empírica».

P. En definitiva, ¿estás satisfecha con tu elección?

R: Soy una privilegiada por poder levantarme cada mañana ilusionada por lo que hago.

P: ¿Hay algún momento que recuerdes como más difícil? ¿Algún bache?

R: Los comienzos siempre son más complicados. Sin embargo, plantearse algo a uno mismo como difícil significa ponerse un obstáculo. Por supuesto que hay momentos mejores y peores, pero es necesario enfocarlos de una manera que nos ayude a superarlos y afrontarlos. Los baches suelen encontrarse en casos concretos que, por su naturaleza, tocan la fibra emocional y hacen que una se implique más. Esto hace difícil la objetividad y el distanciamiento profesional. En mi caso concreto, los baches más duros provienen de pacientes que sufren la pérdida de hijos.

P: ¿Y algún momento especialmente digno de orgullo o alegría?

R: Cada persona que supera sus problemas y lo agradece es un motivo enorme de orgullo y alegría. A título personal, en enero fui galardonada con la Medalla al Mérito Profesional, otorgada por la Escuela Española de Mediación y Resolución de Conflictos. Fue un gran momento de orgullo, pues se premiaron tantos años de trabajo, esfuerzo, trabajo e ilusión.

Cristina (en el centro de la imagen) durante la entrega de la Medalla al Mérito Profesional

P: ¿Qué ha supuesto para ti este premio?

R: Principalmente un estímulo para continuar. Creo que un reconocimiento de este tipo lleva implícita una obligación. Te obliga a hacer las cosas todavía mejor, a esforzarte todavía más.

P: ¿Te consideras un ejemplo?

R: El ejemplo tiene que ser para uno mismo, no para los demás. Sí es cierto que en ese momento sentí la responsabilidad de hacerlo todavía mejor y formarme más. Quizá esta es una de las consecuencias de sentirse, de algún modo, en el punto de mira.

P: De todas maneras, pese a tener que hacer las cosas todavía mejor, un premio de este tipo siempre es un reconocimiento a lo bien que se han estado haciendo hasta ahora, ¿no?

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Cristina atiende a sus pacientes desde una consulta improvisada

R: Supongo (risas). Como dije en su momento, un galardón de este tipo es motivo tanto de orgullo como de responsabilidad.

P: Cristina, la psicóloga. ¿Deja la psicología en la consulta o convive con ella en casa? ¿Hay alguna estrategia para compaginar formación, ejercicio profesional y vida familiar?

R: Intento dejar la psicología en la consulta, lo que no impide que en ocasiones me vea obligada a trabajar en casa o a darle vueltas a algún que otro tema. Cuando salgo de la consulta intento que la psicología se quede allí. Compatibilizar todo en ocasiones es bastante complicado. La formación se deja un poco de lado cuando se tienen hijos pequeños, no da tiempo.

P: Sin embargo, tú has estado formándote últimamente, ¿no es así?

R: Cuando los hijos crecen, ganan independencia y uno ya no tiene que invertir tanto tiempo en ellos, se recupera ese tiempo para formarse. En cualquier caso, es necesario tener un horario ajustado y cumplirlo.

R: El contenido formativo que ofrece Zaragoza es muy limitado en ese sentido. La formación de mayor nivel que se puede obtener se encuentra en Madrid, lo que exige más tiempo. Pese a ello, el AVE y la formación online han resultado grandes aliados.

P: ¿Por qué crees que es tan importante seguir formándote?

R: La psicología ha dado un vuelco apasionante en los últimos diez años. Ha avanzado mucho más que en los anteriores treinta. Esto, pese a ser un motivo de alegría y orgullo, es un llamamiento a los profesionales del sector a seguir formándonos y seguir aprendiendo. Algunos grandes avances como la mediación, la coordinación de parentalidad y los peritajes judiciales, han tenido lugar en los últimos años.

Cristina Equiza, durante una entrevista para Heraldo de Aragón sobre el auge de la coordinación de parentalidad. Entrevista de Marta Garú y fotografía de Toni Galán.

P: ¿Crees que en un futuro próximo la psicología seguirá evolucionando?

R: La psicología evoluciona al ritmo de la sociedad. La sociedad es la que exige nuevas aperturas, nuevos campos y nuevas asociaciones. Hoy en día, por ejemplo, la presencia de la psicología en los juzgados es muy necesaria, lo que hace años era impensable.

P: Mirando con perspectiva de futuro, ¿qué te propones?

R: En primer lugar, seguir como estoy. Además, acoger con ilusión los elementos que la sociedad vaya colocando en la profesión. Quiero mantener el papel que la psicología tiene en la sociedad y, sobre todo, incrementar el conocimiento que la misma tiene de nuestro papel. Esto se llama psicoeducación: implementar habilidades parentales para crear estrategias y conjugar de forma óptima los desmanes emocionales que puedan dificultar la parentalidad.

P: Pasando al tema relacionado con el Covid-19, ¿crees que hay algún grupo poblacional concreto que se vea especialmente afectado por las medidas del confinamiento?

R: Si bien nuestro mayores se están haciendo expertos en las tecnologías que les acercan virtualmente a sus seres queridos, no podemos olvidar que llevan más de cuarenta días en soledad. Esto es muy costoso, incluso en una población de carácter resignado. Por lo general, son emocionalmente maduros, pero es normal que estén llevando mal este confinamiento. Otro grupo poblacional especialmente perjudicado es el de los jóvenes y adolescentes de entre 14 y 19 años.

P: ¿Por qué?

R: A estos se les añaden todas aquellas personas que vivan dentro de una conflictiva familiar. Todos aquellos hogares en los que podamos encontrar cualquier tipo de violencia (de género, de padres a hijos o viceversa) se ven altamente perjudicados por el confinamiento. En muchos sentidos, esta situación está siendo capaz de sacar lo peor de cada uno.

P: ¿Cuáles crees que son los principales problemas de carácter emocional y conductual que surgen en las personas estos días?

P: ¿Crees que estos problemas pueden persistir cuando termine el confinamiento?

R: Precisamente entonces será cuando se pongan de manifiesto.

P: ¿Qué opinión te merece que los niños puedan salir a la calle antes que el resto de la población?

R: Por algún grupo había que empezar… (risas). Estoy convencida de que no son los menores los que más necesitaban salir a la calle, sino sus padres. Creo que esto proviene de una llamada de atención de los padres al gobierno. Eran ellos quienes no aguantaban más en casa. Los niños son los más adaptativos. No tienen problema en adaptarse a lo que se les proponga: guarderías, colegio… Un niño puede adaptarse perfectamente a estar en casa. Son los padres los que tienen esa labor de hacer del confinamiento una especie de «juego» para ellos.

R: Esta situación ha sido un alivio, sobre todo, para los padres. Un niño, si está en casa, tiene que estar entretenido y acompañado en todo su proceso natural: rabietas, cansancio, sueño, destemples… Por ello, entiendo que esto ha supuesto un descanso para los padres. De todas maneras, por algún grupo había que empezar, ¿por qué no ellos?

P: ¿Cómo afecta el Estado de alarma a la psicología en el aspecto económico?

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Cristina se mantiene optimista en cuanto al futuro de la profesión

R: Aunque a los sanitarios (entre los que nos incluimos los psicólogos clínicos) se nos ha considerado profesionales esenciales, hay pacientes que no han querido venir a las consultas por diversos motivos. Aunque se está trabajando online, mediante videollamadas, etc., no todos los usuarios han sido partidarios de continuar con las terapias. En definitiva, ha habido una bajada en el número de usuarios. Esto se une a una falta de nuevos pacientes. Esto, como no podría ser de otra manera, se traduce en menos trabajo y, por ende, en menos ingresos. Prácticamente estamos trabajando a un tercio del gradiente que teníamos.

P: ¿Crees que el levantamiento del Estado de alarma ayudará a que esto vuelva a la normalidad?

R: Esa es nuestra esperanza siempre y cuando la economía no caiga a niveles drásticos. Todos sabemos que el psicólogo privado es un profesional que no todos se permiten, bien por la existencia de la salud pública o bien por los honorarios. De todas formas, de otras crisis hemos salido.

P: De cara al futuro, ¿qué cambios crees que va a haber en la mente humana una vez esta situación remita?

R: Hace falta que nuestra nueva forma de relacionarnos se mantenga. La habitual costumbre española que lleva implícita la cercanía y la proximidad debería mantenerse al margen. Es importante que hagamos nuestra la necesidad de mantener la distancia de seguridad, así como nuestro propio espacio y el espacio de los demás. Tendremos que aprender de los países del norte a ser menos invasivos. Quiero creer que esto se puede mantener, y confío en que así sea.

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