¿A qué te dedicas?
Soy profesor de la Universidad San Jorge y además colaboro en una ONG, Bokatas, que nació en Madrid pero también se encuentra aquí en Zaragoza.
¿Cuál es la labor de la ONG, tanto en Madrid como en todas sus sedes?
Esta ONG comenzó en Madrid y lleva tiempo ya instalada allí desarrollando su labor que es acompañar a las personas sin hogar en su día a día el máximo tiempo que podemos. Realmente lo que hacemos es preparar un bocadillo como excusa, pero lo que importa es compartir unos minutos de calidad con ellos en los que dignificarles pese a su estado, que no es el mejor en el que podrían encontrarse estas personas.
¿Los bocadillos los pagáis vosotros?
Normalmente la financiación viene toda de fuera y por donaciones. Con el tema de los bocadillos cada sede funciona de una manera. Aquí en Zaragoza lo que hemos conseguido es que Frutos Secos El Rincón nos done el pan y que otra gran empresa de Zuera, perteneciente al grupo Jorge, nos brinde el jamón. Aparte del bocadillo, con la mini financiación que tenemos (que no es para nada la necesaria), compramos tortillas porque muchas veces en la calle encontramos a musulmanes cuyo rito les impide comer derivados del cerdo. También tenemos que llegar a ofrecerles a ellos un servicio de calidad. Además, un abuelo de una voluntaria nos compra todos los meses una caja de tabletas chocolate y, con nuestra financiación, compramos galletas para darles ese componente dulce. Parece que el dulce aporta un poco más de felicidad.
¿Cuántas personas formáis parte de la ONG de Zaragoza?
Yo entré hace ahora seis o siete meses y desde entonces es cierto que, a partir de Septiembre de este año, ha habido una acogida enorme de voluntarios y cada vez somos más. Yo calculo que ahora estaremos entorno a unos 70 o así.
¿Y los 70 vais los mismos días a colaborar?
Nos dividimos. El martes salen unos cuantos y el jueves otros tantos. Al principio salían más rutas los martes que los jueves pero ahora incluso se nos ha dado la posibilidad de crear un tercer día para hacer otra ruta. Ahora estamos valorando qué día de la semana salir.
¿Las personas a las que ayudáis van a vosotros o sois vosotros los que paseáis por la calle y os los encontráis?
No, nos dividimos en grupos a los que llamamos “ruta”. Cada ruta tiene su itinerario marcado y lo bueno de esto es que a ti como voluntario te permite conocer y visitar siempre a la misma persona y crear ese vínculo mucho más especial y afectivo, en el fondo. Si una semana no puedes salir, parece que te falta algo. Tienes ganas de volver a visitar a esa persona y darle un abrazo porque en el fondo es como un amigo. El cambio que preconiza esta ONG es conseguir que tú te olvides de quien eres y de la situación de la otra persona. Así se crea el vínculo de amistad pura total como puedes tener con cualquier persona de tu familia o cualquier amigo de tu día a día.
¿Cómo conociste la asociación?
La verdad es que no la conocía, de hecho, creo que en la sociedad no es muy reconocida. Me lo comentó un joven, porque si hay algo que diferencia a esta ONG es que prácticamente el 99% de las personas que colaboran tienen menos de 25 años. Eso es característico teniendo en cuenta que no hacemos más que criticar que los jóvenes pasan de todo, que son egoístas, individualistas… A mí esto me da motivos para creer en la juventud de hoy y que mañana pasará a dominar el país y la sociedad y para ver que hay esperanza todavía.
A mí al principio me cuesta siempre dar el paso. Esto era algo que tenía previsto para más adelante y no en este tipo de voluntariados, sino más con lo relativo a enfermedades. Tuve la experiencia de compartir un caso de una enfermedad que dije: “yo creo que puedo hacer algo por ayudar a las personas que viven en esa situación. Y bien, esto es como una droga buena. Es algo que pruebas y dices: “necesito más, más y más”. Tengo ganas de acabar con algunas parcelas de mi vida para implicarme todavía más porque creo en el proyecto, en la ONG y en su forma de trabajar que, desde luego, anima y te hace creerte que eres buena persona y que puedes dar mucho por el resto.
¿Por qué empezaste en esta ONG y no decidiste colaborar con otra?
En mi caso, me animaron a descubrirla. Había colaborado con otras, de las que no voy a dar nombres, pero en estas no tocaban el tema del contacto directo. Eran como intermediarios entre el problema, que suele estar en la calle, y la realidad o lo que es nuestra vida diaria, un estado de garantías, de confort y de necesidades totalmente cubiertas. Ayudas, pero no llegas al fondo del problema.
Esta ONG lo que te brinda es la posibilidad de descubrir ese problema y de ver cómo tú puedes cambiar y transformar. Entonces, en el momento en el que yo probé, dije: “esto es bueno. Este voluntariado es el que realmente es necesario”. Te das cuenta de que lo único que tienes que dar es tiempo.
¿Entonces, podría decirse que esta ONG es “la más real”?
No, hay muchas que hacen cosas similares a lo que hacemos nosotros: Cruz Roja, Cáritas… Estas están como en la misma onda, pero ahí quizás el problema que tienen es que son muy grandes y, al ser tan macro estructura, su objetivo ya es animar y conseguir que los jóvenes se impliquen en ello. Bokatas lo consigue.
¿Cuál es tu labor concreta dentro de Bokatas?
Además de las rutas me he implicado más en temas de información, todo lo relacionado con la comunicación y las redes sociales que, a pesar de que no creo en ellas ni soy usuario, de esta manera ayudo con diseños, con comunicación interna y también trabajo con los medios de comunicación. Como soy periodista y estoy metido en ese mundo, pues me es sencillo y así creo que puedo ayudar.
¿Pensaste alguna vez que querías ser voluntario?
Lo he sido varias veces y actualmente había pensado poder implicarme en serio y de manera continuada con una ONG, para mediados del año que viene. Creo que si en tu pensamiento crees que tienes que cambiar el mundo y que puedes hacer por cambiarlo, el siguiente paso es pasar a la acción. La acción es implicarse, ser voluntario. Como digo, es que ese es el mensaje, porque ser voluntario es una droga positiva.
Muchas veces lo que nos cuesta es dar el primer paso y probar. Una vez que lo has hecho, no puedes parar.
¿Tú pagarías por hacer lo que haces? ¿Pagarías por ayudar a los demás?
De vez en cuando doy alguna donación. De hecho, lo hacemos todos. La ONG una de las maneras de autofinanciarse es vía merchandising, así que yo, todo lo que puedo, lo compro. En realidad, no es pagar por el voluntariado, pero es aportar más de lo que ya das. Este viernes hay elecciones de la Asamblea General de Bokatas para elegir a un nuevo presidente porque el actual, que está en Madrid, se va a Palestina porque se ha dado cuenta de que, tras diez años en el cargo, tenía que dar un paso más en su implicación por cambiar el mundo. A raíz de esto, se nos ha dado la posibilidad de ser socios. Esto implica llevar seis meses en la ONG y pagar una cuota anual de 20€.
Sin embargo, no creo que en el voluntariado el dinero sea el todo. Qué va, es lo mínimo. Lo que más tenemos es tiempo y, además, es lo que no podemos comprar. Quizá, por eso, lo único que se necesite para ser voluntario es tiempo, pero que sea de calidad. No por un lavado cerebral o por maquillaje social, sino porque creas que puedes solucionar el problema. En esta ONG el problema es el sinhogarismo y ese tiempo es para ellos, pero indirectamente, te das cuenta de que es un tiempo que repercute en ti y en tu forma de ser. Ya lo dijo Gandhi: “Sé el cambio que quieres ver en el mundo”. Primero tienes que cambiar tú, si es que no has dado ese paso, para después cambiar el mundo.
¿Qué ha aportado este voluntariado a tu vida?
Ser más consciente del sentido de la vida y de la suerte que tenemos de nacer donde hemos nacido y en el momento en el que hemos nacido. Porque podríamos haber nacido hace 50 años en el mismo país y en la misma familia y nuestras circunstancias no serían ni parecidas. Y también el hecho de darte cuenta de que tu vida no es tan real como parece. Que sí, que tienes mucha suerte y mucha fortuna de tener tu trabajo, tu familia, tus amigos y todas estas cosas que dicen que nos dan la felicidad, pero hay que conseguir descubrir otras realidades para ser plenamente conscientes de esa fortuna que tienes y que te define.
Dicen que las personas tenemos tres dimensiones: la individual, la colectiva y la histórica. En Bokatas, poco menos que acrecentamos las tres compartiendo otras realidades. Esto muta en tu forma de ser y en tu manera de implicarte en la causa social que debería de ser intrínseca al ser humano. Aportar tu granito de arena al bien común, porque no es bueno para una sociedad que haya personas durmiendo en cajeros. Parece que estamos en la cima del progreso de la humanidad, pero no llega para todos.
A pesar de que en tu ONG sus integrantes tienen menos de 25 años, ¿crees que los jóvenes han dejado de ser solidarios?
Generalizar siempre es malo, partimos de eso, pero ante el problema, cuando lo tocas muy de cerca, respondes. Eso implica un componente de solidaridad en tu ser y, por eso, no creo que los jóvenes hayan dejado de ser solidarios. Lo único que sí que pienso que la sociedad ha permitido que el tiempo de ocio esté totalmente cubierto, entonces parece que lo que sí que falta es hacer descubrir que todavía hay tiempo para arreglar el mundo.
Lo que hay que hacer en esa juventud que, estoy seguro, es solidaria es despertarla. Darle un empujoncito para que pruebe. El tiempo que dedicas al cine, a leer, a ver series, a estar en las redes sociales… también puedes añadirle un sexto, séptimo, o infinito ítem que sea despertar ese componente de solidaridad que todos tenemos dentro. Muchas veces lo que nos cuesta es dar el paso, como digo. Y cuando lo pruebas no lo dejas, solo quieres más y más. Esto es bueno.