En ocasiones criticados, pitados e incluso satirizados, el oficio de árbitro no deja a nadie indiferente. Los expertos coinciden en que cuando «no se habla del árbitro al final del partido es porque ha realizado bien su actuación». La frase de «un mal partido y serás recordado como el colegiado que favoreció a aquel equipo» persigue a los árbitros en cada jornada.
Para cumplir el sueño de cualquier árbitro, llegar a la primera división, el colegiado debe pasar por todas las categorías previas. Todo comienza con la inscripción a los cursos de árbitro donde se tiene que pasar un examen tanto teórico, como físico. Tras superar los cursos, el árbitro entra en la categoría «auxiliar», lo que significa que puede arbitrar partidos de fútbol base de alevines e infantiles, regional y asistir de juez de línea en la liga nacional juvenil.
Posteriormente, se asciende a la categoría «juvenil» en la que ya se puede pitar todo el fútbol base al completo hasta juveniles, también podrá ser juez de línea en 2ª regional.
Después de estar un año en la categoría «juvenil» se puede ascender a la última categoría llamada «regional» donde se pitan partidos de 1ª, 2ª o 3ª regional. A partir de aquí el árbitro puede ascender a categorías mayores, tanto en el ámbito regional (Regional Preferente y 3ª División), como posteriormente en el ámbito nacional (2ª B, 2ª División y 1ª División).
Se puede ascender, pero también descender, ya que en la gran mayoría de partidos hay un informador que supervisa la actuación del árbitro, se realiza una media aritmética en la que la nota media es vital para los ascensos y descensos de categorías en el arbitraje.
Diego Méndez, a sus 21 años es árbitro «auxiliar», cree que en general el espectador infravalora su trabajo. «La gente se piensa que somos máquinas y creo que deberían comprender que todos tenemos fallos, incluidos los árbitros». No obstante, el colegiado aragonés cree que «ser árbitro merece la pena, ya que ganas un salario y solamente trabajas los fines. Es fácil compaginarse con la universidad». Sabe que ascender es muy complicado, cree que la clave es la constancia: «nunca sabes cuando te puede estar observando un informador, debes estar lo más concentrado posible todo el tiempo en cada partido, ya que último que quieres es un fallo importante».
El fútbol cambia, la tecnología se asoma ligeramente, hace aproximadamente 90 años no existían los fueras de juego, y actualmente tenemos un sistema llamado VAR.
Este sistema detecta los propios fueras de juego y faltas graves mediante la aplicación de videocámaras de alta calidad al juego que permiten ver todas y cada una de las jugadas en directo desde cualquier ángulo y a cualquier velocidad. Estas jugadas son revisadas por un equipo de 4 árbitros que están en contacto vía sonido con el árbitro principal, quien siempre tendrá la última palabra.
Muchos aficionados piensan que el VAR ayuda a que el fútbol sea más justo y piensan que es una novedad positiva para el mismo, por otro lado, otra gran cantidad de fanáticos creen que este sistema, robotiza al fútbol y hace que pierda toda la emoción. El colegiado Diego Méndez, opina que: «No me gusta la idea de robotizar un deporte que siempre ha sido humano. Todos tenemos fallos, pero ahí está la esencia del fútbol». El joven árbitro cree que la «gracia del fútbol» está en los fallos y la emoción, no obstante, Diego piensa que el VAR puede llegar a ejercer mucha presión sobre el colegiado. «El árbitro con este nuevo sistema tiene mucha presión, ya que, si toma una decisión y tras ser revisada por el VAR, este confirma que el árbitro se ha equivocado, puede llegar a influir en las decisiones que toma el árbitro durante el resto del partido».
La gran mayoría de jugadores, creen que el VAR ha sido una implementación positiva para el fútbol, ya que según Fabricio Coloccini (actual jugador de San Lorenzo, Argentina) «ayuda a acabar con la corrupción».
El puesto de árbitro no es un puesto fácil. Cada día se ven más agresiones hacia colegiados. Generalmente, estás agresiones tanto verbales como físicas, suelen venir por los jugadores (con una cierta edad), pero también por los padres de los mismos. Diego Méndez, habla de «sueños frustrados». El joven colegiado opina que «la mayoría de este tipo de padres intentan proyectar sus sueños de la infancia en sus hijos. Por eso vemos tantos casos de padres que se creen entrenadores y de padres que saltan al campo porque creen saber más que el árbitro». Uno de los episodios que el colegiado aragonés recuerda con más temor, fue en una ocasión donde la policía tuvo que escoltarlo hasta el coche. Diego relata: «fue un partido matinal entre dos equipos de dos pueblos de Aragón de 2ª juvenil, el marcador era de empate a cero, fue entonces cuando hubo dos jugadas polémicas en los últimos minutos del partido, una a favor del equipo local y otra a favor del equipo visitante, personalmente no creí que fueran suficientemente duras para ser castigadas y decidí que el partido siguiera con normalidad. El público local se me echó encima y sentí un ambiente cargado, especialmente cuando di el pitido final. Al dirigirme hacia mi vestuario oí mucho ruido y al girarme me di cuenta de que alrededor de ocho o nueve personas venían a por mi, entré al vestuario y llamé a la policía».
Sin lugar a duda, el puesto de árbitro es un puesto complicado, pocos espectadores lo valoran y definitivamente dentro del campo tienen mucho más que perder que ganar. Sin embargo, gracias a estas personas podemos seguir disfrutando del fútbol, ya que es el puesto más importante dentro de este, ya que, sin árbitros, no se podrían juzgar los partidos de forma objetiva.