Mi primer ciberexamen

Todo comienza el día 14 de abril, fecha marcada en el calendario por un simple motivo: un examen. Me surgía una pregunta: ¿cómo se hace un examen a través de internet? Eran las 08:30 y yo, con mi café, no sabía si sentirme mal por no estar preocupado o, todo lo contrario, alegrarme por ello.

Una persona nunca piensa que un momento así puede llegar en su vida. Después de un mes de cuarentena, en mitad de una pandemia, y con la mente distraída con mil cosas, te plantas ante un documento llamado “MIDTERM PAPER”, que reemplaza al papel tradicional donde solía estar escrito el enunciado del examen, junto con el espacio pertinente para cada pregunta.

Descargo el documento en dos segundos, y lo abro. Esa incertidumbre de la primera vez ya era historia. Me encontraba ante un enunciado de 10 líneas, con unas instrucciones muy claras, y un límite de tiempo demasiado amplio para mi gusto. No obstante, sin más dilación, me dispongo a escribir.

Llevaba media hora de examen y todavía no sabía cómo sentirme. “Estás encerrado en tu casa haciendo un examen online. Te lo cuentan hace dos meses y te ríes”, pensaba hacia mis adentros.

De pronto, me entra sed. En una situación normal, en una clase con una veintena de personas, un profesor observándote y tú tintineando la pierna sin parar, te habrías aguantado hasta el final del examen sin problema. Sin embargo, siento la necesidad de levantarme a por un vaso de agua. “¿No tenías examen?”, se cuestiona mi madre. “Sí, pero puedo dejarlo allí y pasearme por la casa. Es un poco raro, pero me siento más libre”, le contesto. Después de la mirada de incertidumbre de mi madre, vuelvo a mi cuarto para continuar con mi primer ciberexamen.

Tras dos horas de examen, de las cuales yo estuve tan solo una escribiendo, decidí que había llegado el momento de entregarlo. En un examen presencial, yo esperaría a que mi compañero del alma entregase primero el suyo, para saber que puedo irme con él. Esta vez, no tenía esa presión de levantarme y pensar que todos me miraban, aunque en realidad nadie se diese cuenta de que yo iba a entregar el examen. Esta vez, tan solo tuve que subir el documento a la PDU. Incluso, si me había equivocado, podía corregirlo y subir otro documento otra vez.

Ha sido una experiencia extraña. Sin embargo, debemos acostumbrarnos a ella ya que todavía no sabemos qué nos deparará el futuro.

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