Incluso en el hospital los niños deben seguir una rutina y una vida saludable que les ayude a normalizar su situación
Jesús Ibáñez es maestro en el Ciberaula del Hospital Materno Infantil de Zaragoza desde hace 20 años. Sabe de primera mano cómo es la vida de un niño ingresado y la importancia de normalizar la situación en la que se encuentran. Por ello, su máxima es hacer que los niños, mediante unas clases adaptadas, no pierdan el ritmo en el colegio. De esta forma, ayuda a normalizar -palabra que enfatiza- y a seguir la vida que tenía antes de ser hospitalizado.
¿Cómo es el día a día de un niño hospitalizado?
Despiertan a los niños pasadas las siete de la mañana con la última visita del turno de noche de los médicos. A esto le sigue el desayuno, visitas oportunas e ir al baño a bañarse o una limpieza general. Después, le van a seguir o bien las visitas de los doctores o desplazarse de la habitación a la realización de determinadas pruebas. En el caso de que puedan venir al aula, vienen a partir de las 10:30h, aproximadamente, hasta la hora de comer en el aula o vamos nosotros a las habitaciones. Cuando se desplazan a comer, también sigue la labor de, si así se da el caso, seguir por las habitaciones para concretar alguna cosa que quedaba pendiente con los chicos o visitan a niños que por falta de tiempo no había sido posible. Luego ya por la tarde viene el voluntariado de las asociaciones, que además usan el mismo espacio, el Ciberaula.
¿Y el fin de semana?
Nosotros como maestros nos regimos con el calendario escolar como cualquier otro colegio o centro educativo, por lo que el fin de semana no tendrán clase, pero se realizan diversas actividades con organizaciones voluntarias como la fundación Canfranc, la Caixa, Cruz Roja, etc. También tienen este tipo de atención en el periodo vacacional del verano, ya que además del espacio, el material también es compartido con las organizaciones.
¿Cuánto suelen estar de media los niños ingresados?
En general son estancias cortas, aproximadamente de uno a cinco días. Los casos de 24 horas, por ejemplo, que suele ser una pequeña intervención de quirófano, no llegas a conocer al niño porque está en ayunas, está pendiente de quirófano, al día siguiente pasan los doctores y le dan de alta…
¿Cuál es vuestra labor desde el Ciberaula?
La palabra clave es normalizar, intentamos normalizar la vida habitual de un niño y eso implica acudir a la escuela cada día.
¿Cómo lleváis a cabo esa labor?
El servicio del aula hospitalaria es un servicio desconocido en general para la mayoría de los padres que acuden aquí con sus hijos. Nosotros en la medida de lo posible, hacemos que el niño haga lo que hace en su día a día, acudir a la escuela. Esta escuela es diferente, es especial, pero es un servicio más del desarrollo de la sociedad. Es una escuela unitaria, pero con goteros, con sillas de ruedas y atendiendo a determinados factores.
¿Los niños vienen voluntariamente?
Sí, el servicio es voluntario, si los padres y el niño quieren, que es el protagonista. Pero para poder venir al aula, tiene que ser con el permiso primero de los médicos.
En los casos en los que los niños pueden salir de la habitación, ¿os desplazáis vosotros?
Sí, siempre y cuando las condiciones lo permiten. Habrá ocasiones en las que no se podrá entrar por motivos de aislamiento general o un aislamiento parcial.
¿Pueden venir amigos de los niños a visitarlos?
Ahora mismo, debido a las condiciones del COVID-19 se permite la presencia de un familiar o de una persona por niño. Los menores de 12 años como visitantes no entran en el hospital, aunque no significa que no se puedan hacer ciertas excepciones cuando las estancias se alargan mucho, por ejemplo.
¿Se habla con los niños de la enfermedad que padecen?
Yo no suelo tratar el tema, pero en ocasiones sale entre ellos o con el compañero habitación que se establece un cierto grado de confianza o de amistad. Los más mayores a lo mejor pueden ser más dados. Si les dejas también un poco de intimidad sí que comentan. Los más pequeños, son más directos “¿Y a ti qué te pasa? “¿Tú por qué estás?” Pero no es un tema que salga continuamente, ni entre ellos ni con nosotros.
¿En quién se apoyan los niños?
Hay muchas patas de esa mesa en la que se apoyan: sus padres, nosotros, el personal del hospital, los amigos que hacen aquí, los amigos de fuera… el hilo de comunicación serían muchos.
¿Los niños agradecen poder ir al colegio en el hospital?
Sí porque valoran otros aspectos como el emocional, el de las vivencias, el de las experiencias, el de compartir, el de estar con otros chicos, el evadirse de la situación de estar en un entorno hospitalario…